Miguel Ángel es uno de los genios de la Historia del Arte. Además de su extraordinario trabajo como pintor, también destaca su trabajo arquitectónico y especialmente su labor escultórica. Entre sus obras más conocidas encontramos varias estatuas impresionantes: el “Moisés”, la “Piedad” y el “David”. Sobre este último queremos explicaros la curiosa anécdota de Miguel Ángel y la nariz de su David.
La curiosa anécdota de Miguel Ángel y la nariz de su David
Michelangelo Buonarroti nació en Caprese (Italia) en marzo de 1475, hombre renacentista y uno de los más insignes artistas de la historia, trabajó principalmente en Florencia y Roma hasta su muerte en 1564.
En 1501, los dirigentes de la Opera del Duomo, que era una institución laica formada por prohombres florentinos, encargada de conservar y administrar los bienes artísticos de la Iglesia en Florencia, decidieron colocar en los contrafuertes del ábside del Duomo unas esculturas representando personajes del Antiguo Testamento.
Buscaron a varios artistas para que las esculpiesen y en especial querían encontrar a alguien que se atreviese con un trozo de mármol conocido como “el gigante”. La piedra había sido extraído de una cantera en Carrara y hacía 25 años que diferentes artistas intentaban hacer algo con esa inmensa piedra sin conseguir nada. Los hombres de la Ópera del Duomo encargaron finalmente a Miguel Ángel esculpir en el mármol un “David”. Se dice que el propio Leonardo había rechazado esculpir ese “gigante” y que Miguel Ángel insistió en hacerlo ya que todavía no había realizado una gran obra escultórica en Florencia.
Durante 2 años Buonarroti trabajó en su David y el resultado fue tan fantástico que el confaloniero de justicia, Piero Soderini, decidió que quedaría mucho mejor en la Piazza della Signoria, pasando a ser considerada desde entonces una escultura de carácter civil y no religioso. El propio Miguel Ángel fue el que decidió colocarla ante el Palazzo Vecchio, a pesar de que de esta manera quedaba expuesta a las inclemencias del tiempo.
Antes de ser colocada en el emplazamiento, elegido el confaloniero Soderini le dijo a Miguel Ángel que la escultura era fantástica pero que encontraba que el “David” tenía la nariz excesivamente grande y que tenía que arreglársela. Miguel Ángel, convencido de que el problema no era la nariz, sino el ángulo desde el que la observaba el confaloniero, no quiso discutir con él. Cogió la escalera y subió hasta la cabeza del David con un cincel. Lo que no vio Soderini es que se había llenado la mano de polvo de mármol. Como la estatua mide 5’17 m. y era difícil que desde abajo se observase nada, Miguel Ángel hizo ver que picaba corrigiendo el apéndice, soltó el polvo y bajó. Hizo que el confaloniero cambiase de lugar y éste quedo completamente satisfecho con el arreglo. De esta manera, el artista no tuvo que modificar su obra maestra.
Por Carmen A. Barenys